Una de las cosas que aprendí como biólogo, es que todos los seres vivos presentan enfermedades de algún tipo, pero los seres vivos además tenemos la capacidad de combatir esas enfermedades de alguna forma.
Para especies sociales, como nosotros los humanos, “combatir” también son estrategias a nivel de sociedad. Vacunas o mascarillas son una respuesta natural a nivel humano. Entonces cuando decimos que las epidemias se combaten de forma natural, también debemos incluir nuestro comportamiento social pues es parte de nosotros los humanos. De la misma manera que nuestro comportamiento social propaga enfermedades, esa mismo comportamiento social nos permitirá controlarlas.
Eso nos lleva a COVID. COVID no es la primera (ni será la última) epidemia a escala humana, y acá no haré un recuento histórico de otras epidemias. Hablamos mucho de COVID porque por primera vez hemos experimentado en tiempo real la evolución de una epidemia, y debido a eso, hemos escuchado términos científicos y técnicos, y hemos quedado confundidos con las diferentes “predicciones” que diferentes grupos de expertos y expertas hacen, estos a veces aciertan, pero a veces no, ¿Por qué? Ya intentaré responder esto, pero primero hablemos de la dinámica básica de una epidemia.
Una enfermedad contagiosa, es una enfermedad que se contagia de persona a persona. Esto puede ser de varias maneras, contacto físico, por aire, por líquidos, etc. COVID se transmite por aire, y en partículas muy pequeñas que llamamos aerosol, partículas muy, pero muy pequeñas, que incluso pueden quedar suspendidas en el aire por un tiempo. Supongamos que dos personas se encuentran en un mismo lugar, por ejemplo el lugar de trabajo, y una de ellas tiene COVID y la otra persona está sana pero susceptible. Cuando entran en contacto, no es que es 100% seguro que la persona susceptible se infecte. Al estar en las mismas instalaciones estas personas se mueven y tienen una tasa de contacto. Es decir, durante el día de trabajo podrían estar en contacto varias veces. La tasa de contacto es la cantidad de veces al día que la personas tienen contacto, si este número es grande, entonces se encuentran varias veces en un día, y si este número es pequeño entonces tiene pocos encuentros (uno por día por ejemplo). Es claro que si se encuentran más veces en el día, y una está infectada con COVID, la posibilidad de la persona susceptible de adquirir COVID aumenta.
Claro, entrar en contacto, no es suficiente para que la persona se infecte. También hay una probabilidad de infección. De cada contacto, digamos que hay un chance de 50% de infectarse. Si la probabilidad es alta, con pocos contactos es muy posible que la persona se infecte, y si es bajo, probablemente muchos contactos serán necesarios para que ocurra la infección.
La tasa de contacto entonces cambia con la dinámica de movimiento de las personas, y la probabilidad de infección depende tanto de la forma en que el virus se transmite, como del estado de infección o de inmunidad de las personas. El truco de controlar este proceso de infección está entonces en reducir tanto la tasa de contagio y la probabilidad de infección.
La tasa de contagio la reducimos cambiando el comportamiento de movimiento de la población, de allí los confinamientos y medidas que restringen la movilidad. Por otro lado queremos reducir la probabilidad de infección, eso lo hacemos con medidas de higiene, mascarillas y por supuesto, las vacunas.
Ahora bien, en COVID, esto no ocurre en una, dos, diez o mil personas, sino que en toda la población humana, y prácticamente todas las regiones del mundo, por eso lo llamamos pandemia. Al ocurrir a esa escala, las cosas son bastante difíciles de controlar, y la aplicación de medidas debe garantizar que un porcentaje alto de la población esté segura. Para que medidas de vacunación o uso de mascarilla funcionen, deben ocurrir a una escala de toda la población, no individual. Además, cuando se indica por ejemplo que se utilicen mascarillas, esto no quiere decir que toda la población las usará, o que si las usan, que las usen correctamente. Hay que garantizar que al aplicarlas, por lo menos un porcentaje importante de la población las utiliza correctamente. Para eso se pueden utilizar diferentes tácticas, como campañas de educación, entregar de forma gratuita mascarillas, y hasta exigirlas de manera obligatoria. Del mismo modo las vacunas, estas no garantizan el 100% de protección (ninguna vacuna lo hace), pero si un sector importante de la población está vacunada, es casi garantizado que confiere una protección importante, no solo a las personas, sino a toda la población.
¿Por qué es tan difícil predecir?
Como les digo, COVID ocurre a una escala de la población humana realmente importante, y nunca antes visto. Esta complejidad hace que incluso, un discurso o cualquier información publicada, correcta o no, tenga un impacto en la evolución de la enfermedad, pues puede modificar instantáneamente el comportamiento de grupos de personas, comunidades, ciudades o países, por eso la propagación de información incompleta o falsa puede causar grandes daños.
Más aún, el fenómeno epidémico es tan grande que las predicciones, que en ciencias llamamos proyección, son extremadamente compleja y con alta incertidumbre. Podemos describir tendencias generales y tal vez indicar posibles escenarios de picos y duración de olas epidémicas, pero predecir su evolución exacta es muy complicado. Y claro, al hacer proyecciones y ejecutar políticas de control, puede ser que lo observado no sea exactamente lo predicho, y la ciencia es así, lo que se plantean son posibilidades que podrían o no ocurrir basados en datos y modelos, y escogemos el que pueda ser más probable.
Es mucho más fácil tratar de entender en retrospectiva, ¿qué fue lo que pasó? pero el ¿Qué pasará? es bastante difícil. Por eso si escuchan a científicos y científicas hablar “tibios” como muchos piensan, es porque hay incertidumbre en estas proyecciones. Esto no quiere decir que no se pueden hacer afirmaciones seguras, ni que no se puedan hacer proyecciones útiles que permitan al menos tomar decisiones a corto y mediano plazo, lo que sí es seguro es que en cuanto a dinámica de epidemias, es necesario basarse en datos y modelos para poder crear una trayectoria que sea al menos mucho más segura para la población.
P.D. antes de que digan, que hace alguien de computación hablando de esto, les menciono que soy biólogo matemático, y trabajo con modelos matemáticos y estadísticos de epidemias.
Dr. Tomás de Camino Beck,
Director de la Escuela de Sistemas Inteligentes
Universidad Cenfotec